Anoche me puse a pensar por quincuagésima vez qué carajo está pasando. Llegué a la conclusión de que en realidad nunca pasa nada... Por más que intentemos mover montañas, no las mueve un choto.
Anoche terminé mirando su colchón con flores, miraba el quilombo que tiene arriba de su mueble, miraba afuera, la cocina, la pileta. Miraba y pensaba, ¿qué pensaba? que odio el mundo.
A veces las personas que más queremos dicen las palabras que menos queremos escuchar. Son idiotas, se entrenan, hacen cursos y practican, para no perder la costumbre. Pero creo que nunca llegan a entender lo mal que nos hacen a nosotros.
En un mundo como el de hoy en día, cualquier persona es libre de decir y hacer lo que quiera, pero nadie comprende los parámetros de la libertad. En las noticias todos los días hay un asesinato, una injusticia nueva, y en mi vida todos los días me matan verbalmente, emocionalmente, total... Una es la que tiene que bancar todo, una es la sensible, la exagerada, la bolasera.... Vamos che, no es normal que pase esto.
Bueno, la cuestión es que increiblemente me decidí a sacar un turno con mi psiquiatra. Que me de pastillitas para ser feliz, para no soñar, diría Sabina. La verdad es que mi cabeza es un mar, un río, una pileta, su pileta, Lo nombré de nuevo.
No puedo evitarlo! Lo quiero demasiado como para no llevarle el apunte, pero supongamos que a partir de ahora va a haber un cambio, y PROMETO HACERLO.
No más mensajes, no más llamadas, voy a hacer un amor regresivo, que termine donde arrancó, quiero volver a vivir por y para mí, y sacarlo de mi cabeza, aunque sea que no ocupe tanto espacio como hoy.
Bueno, gracias blog por tu terapia diaria...
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