Simplemente

Este adios, no maquilla un hasta luego. Este nunca, no esconde un ojalá. Estas cenizas, no juegan con fuego, este ciego, no mira para atrás. Este notario, firma lo que escribo, esta letra no la protestaré. Ahorrate el acuse de recibo estas vísperas son las de después. A este ruido tan huérfano de padre no voy a permitirle que taladre un corazón podrido de latir. Este pez, ya no muere por tu boca, este loco, se va con otra loca, estos ojos, no lloran mas POR TÍ.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Escribo historias. Historias que querrían que me sucedan, historias imposibles y algunas otras que ya me sucedieron y que siguen abiertas como una herida que no para de sangrar, que no puede sanar. Heridas abiertas como un libro abierto, que no ha terminado de leerse en la noche. Escribo, palabras y palabras en busca de un poco de tranquilidad o quizás, de comodidad. Busco en el mar de las sílabas, las vocales, las frases o en fin, un texto en sí, esa sensación de que aquellas heridas abiertas pueden sanar, pueden coserse y cicatrizar con la misma facilidad con la que uno deletreo "dolor". Escribo historias, muchas de ellas. Escribo mi vida para poder entenderla porque no encuentro salida en este laberinto, entre los callejones de la ciudad, entre aquellos seres humanos que dicen quererme y al año de conocerme, se largan lejos de donde sea que me encuentre. Lejos. Así me siento cuando escribo, lejos. Lejos del dolor por más de que escriba sobre sufrimiento, lejos del desamor cuando escribo que la gente a la que solía querer ya no me quiere, lejos de todo cuando escribo sobre mí. Soy un títere, dependo de muchas cosas. Soy vengativa con aquellos que me proclaman guerra y considerada con quienes es debido. Soy como el viento, cambio de direcciones todos los días a toda hora. Nadie sabe realmente como funciono, ninguna máquina me descifra, ninguna mente me entiende, ningún ser humano me ama. Entonces, me escribo. Me describo entre líneas, me doy a conocer siendo anónima. Escribo historias, dicen que lo hago bien. Pero se que en fondo, ellos no saben lo que duele. Ellos solo me leen. Me leen porque encuentran algo humano en mí. El dolor es humano. Si las cosas no doliesen, no podríamos distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto y lo incorrecto. Escribo porque desquito mi dolor de esta forma. Porque aunque las palabras no alcancen para explicar y definir ciertas sensaciones o situaciones, por lo menos se acercan a lo real, a lo que realmente es. Tengo claro que el llanto es la única expresión de aquellas palabras que no pueden decirse, de aquellas que todavía nadie descubrió, las que la Real Academia Española por el momento no consideró. Escribo, historias, de gente sin nombre, de sentimientos que no pueden escribirse, de vidas que no son, de amores imposibles, de mí.

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