Simplemente

Este adios, no maquilla un hasta luego. Este nunca, no esconde un ojalá. Estas cenizas, no juegan con fuego, este ciego, no mira para atrás. Este notario, firma lo que escribo, esta letra no la protestaré. Ahorrate el acuse de recibo estas vísperas son las de después. A este ruido tan huérfano de padre no voy a permitirle que taladre un corazón podrido de latir. Este pez, ya no muere por tu boca, este loco, se va con otra loca, estos ojos, no lloran mas POR TÍ.

jueves, 21 de mayo de 2009

El amor y la aceptación a uno mismo

Hoy decidí ponerme a escribir sobre algo que venía pensando hace mucho tiempo y que por distintas circunstancias de la vida nunca lo pude volcar aquí, y es el amor y la aceptación de uno mismo. Las personas tenemos una tendencia a "ser" con las otras personas: nos medimos de acuerdo a lo que digan los demás y nos modificaciones (aspecto exterior, o interior) de acuerdo a los otros, al juicio del otro. Parece algo tan fácil decir "me quiero y me acepto como soy", pero pienso realmente que desde que somos niños nos programan para lo contrario, para no aceptarnos como somos, y cuando estamos en pareja, muchas veces el otro actúa como espejo nuestro y lo que nos molesta del otro, en muchas casos es porque eso que vemos feo en el otro es porque nosotros padecemos de esa característica que no nos gusta. Para estar bien con los demás es súper relevante estar bien con un mismo. ¿Parece una verdad de perogrullo, no?¡Pero qué difícil es amarse y aceptarse a uno mismo! El peor verdugo siempre es un mismo, siempre nos estamos castigando ya sea a través de la culpa, la ira, la preocupación, etc. Como generalmente no vivimos en plenitud, entonces tendemos a formar relaciones que no son sanas, ya sea con nuestras parejas, amistad, familiares, etc. Tendemos a etiquetarnos (yo soy de estar forma, siempre he sido así, nunca voy a cambiar) pero no hacemos nada para remediarlo, ni siquiera muchas veces lo intentamos. Ahí entra la postergación, siempre hay cosas más importantes que hacer que mirarse hacia adentro (el trabajo, el estudio, los hijos, las preocupaciones monetarias, lo que fuere), y luego nos preocupamos pensando que todo cambiará por arte de magia. Ya lo dije Platón que "la conquista de sí mismo es la mayor de las victorias". ¡Qué palabras tan sabias! El ser humano tiene una tendencia a dominar el mundo exterior, ¿pero qué hay de su mundo interior? Siempre está luchando con su mundo interior, y generalmente pierde. Tiene tanto miedo a afrentarse consigo mismo, que para enfrentar esos miedos se aferra inútilmente a cosas exteriores o relaciones destructivas. Para amar a los demás hay que empezar por casa, y la casa es uno mismo: aceptar su cuerpo, su mente, y su espírituo. Para amar a los demás es condición sinequonon estar bien con uno mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario